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lunes, 9 de febrero de 2015

NERUDA 14



Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre girnaldas  amarillas.
Quién escribe  tu nombre con letras de humo entre
            las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte como eras entonces, cuando
            aún no existías.

De pronto el viento  aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al
            cielo.

  estás aquí. Ah tu no huyes.
Tú me responderas hasta el último grito.
Ovillate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña
            por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando  mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos
            ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos
            los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos
            en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del  universo.
Te traere de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas cilvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.

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